CINES DE VERANO... EN JUEVES
Mis recuerdos de los cines de verano de barrios están en el almacén de la memoria. Fue una larga etapa frecuentados por familias enteras de vecinos y que servían para mitigar el calor del interior de las viviendas, camino de ellos se charlaba...en la entrada había diversos puestecillos de chuches, higos chumbos, señora mayor con inmaculado delantal con su cestillo con almendras tostadas y altramuces muy fresquitos o peros en dulces, (manzanas pequeñas), algunas vendían moñas de jazmines...por lo general, nos rodeaban los aromas de la dama de noche, jazmines y rosales. Alrededor, viviendas con ventanas y balcones cuajaditos de macetas con sus alegres coloridos y fragancias. Para amenizar la espera del comienzo de la película, lo que estaba de moda en la radio: Jorge Sepúlveda, Antonio Molina, Conchita Piquer, Angelillo, Lola Flores, Paquita Rico, el gran Antonio Machín, Pasodobles, Chá, chá chás, el abanico de artistas era amplio, y lo repetían a la salida.
Este cine estaba en el célebre barrio de Triana y fuí con mis padres muchas veces. A la salida, cada grupo se marchaba tranquilamente, sin griterios, se respetaba el descanso de los demás. La gente tenían menos estudios pero predominaba más el sentido común.
En las cercanías del Cine Arrayán, (barrio de La Macarena), estaba "la plasa", (el Mercado de Abastos en finolis, el más antiguo de la ciudad), con sus puestos de melones y sandías, mi madre llevaba una bolsa de tela, hecha por ella, la sacaba del bolso y llevaba el melón, (ya tenía "inventada" la ecología). Lo metía en unos de aquellos frigoríficos tan feítos de entonces, con los higos chumbos y estaban muy fresquitos. Otra costumbre muy arraigada era sacar: sillas, búcaro, y pipas de melón, (secadas al sol), o de girasol y a charlar hasta muy tarde, en la puerta de la vivienda o en la azotea, a tomar el fresquito, Entonces los chiquillos sí podían jugar en la calle...
En las cercanías del Cine Arrayán, (barrio de La Macarena), estaba "la plasa", (el Mercado de Abastos en finolis, el más antiguo de la ciudad), con sus puestos de melones y sandías, mi madre llevaba una bolsa de tela, hecha por ella, la sacaba del bolso y llevaba el melón, (ya tenía "inventada" la ecología). Lo metía en unos de aquellos frigoríficos tan feítos de entonces, con los higos chumbos y estaban muy fresquitos. Otra costumbre muy arraigada era sacar: sillas, búcaro, y pipas de melón, (secadas al sol), o de girasol y a charlar hasta muy tarde, en la puerta de la vivienda o en la azotea, a tomar el fresquito, Entonces los chiquillos sí podían jugar en la calle...
De vez en cuando se veía pasar el tranvía con la jardinera, (ver en la etiqueta: "Historia y Curiosidades de Sevilla", 27/06/2013), yo era un comino, pero aún los recuerdo. No existía el adelanto horario por entonces, por lo que cuando empezaba el NODO y los trailers de películas para los dos días siguientes ya estaba el cielo oscuro y nuestros ojos iluminados para ver la proyección en la pantalla blanca, con algunas lagartijas correteando por ella...con lo que la chiquillería se divertían y apostando a una "ganadora". Cuando la pantalla era de lona y hacía mucho viento, las largartijas salían despedidas, y el revuelo estaba asegurado...y no os digo ná de cuando la lagartija en medio de una peli de miedo se te caía encima...el grito se oía en Melilla, por lo menos, no ni ná, jeeeeeee...
Este era el Cine Pío XII, en la barriada del mismo nombre.
En Sevilla era una tradición muy arraigada, no sé desde cuando, pero mis padres desde jovencitos iban. Fue una larga y entrañable etapa, una atracción muy popular. Había muchos cines, los precios eran bastante módicos. En su mejor época creo que rozaron unas 70 pantallas, había barrios que tenían hasta tres. Aquel inolvidable cine en blanco y negro, grandes cintas sobre una diversidad de argumentos: comedia, intriga, musicales, policiacas, miedo, de romanos, oeste y por supuesto, de folklore...también echaban en color.
Algunos disponían servicio de "Nevería", con sus mesitas, podías pedir unas tapitas frías: vasitos de gazpacho muy fresquito, tamates aliñados, almendritas, pincho de tortilla de patatas, queso... ummmm! Estaba en la parte de atrás, compartías tu bienestar con gente del barrio. Yo conocí los últimos coletazos de todo aquello.
Recuerdos de muchos sevillanos que tengan más de cincuenta años de edad, les producirá una indecible melancolía, un revivir de momentos agradables de su propio pasado. Y a las nuevas generaciones les servirán para conocer mejor la sociedad en que nacieron, la época de sus abuelos y padres y la propia entraña de la eterna Sevilla...unos de los fines de este blog.
Esta semana nos conduce Juan Carlos que tuvo la gran idea de proponernos el tema. Gracias. Podréis conectar:
MÁS CINES DE BARRIO EN CASA DE JUAN CARLOS.
Imágenes:
Internet.