Foto: Santiago Martín Moreno
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Regresaba el rey don Pedro de una cacería, y al pasar por el convento de S. Francisco decidió entrar para visitarlo. Preguntó por el Prior, y le dijeron que había ido a predicar una novena a Jerez.
-"No quiero yo para esto a mis religiosos, ni me agrada que salgan de la ciudad para irse a predicar a otros lugares apartándose de su convento. Bien podría Su Paternidad haber predicado aquí, y dejar que en Jerez lo hiciera alguno de los muchos y buenos predicadores de allí".
-"Es que nuestro Muy Reverendo Prior es un verdadero sabio, y le llaman en todas partes para predicar sin que pueda excusarse de ir a iluminar a tantas ciudades con su sabiduría".
-"¡Hola! ¿Conque sabio tenemos? Pues mañana se verá si es tan sabio como vos presumís, y él se tiene. Mirad que sin demora, en cuanto vuelva a Sevilla, acuda al Alcázar, a comparecer ante nuestra Real presencia".
-Y añadió con voz de amenaza:
-"Advertirle a vuestro Prior, que se vaya preparando para contestar tres preguntas que le haré, donde veremos si es tanta su sabiduría".
Regresó el Prior de Jerez, y al informarle los frailes de lo sucedido se llenó de temor, y se encerró en su celda a rezar a todos los santos para que le liberasen de la cólera del monarca, pues sabía muy bien hasta dónde llegaba la severidad del rey.
En estas inquietudes y desasosiego estaba pasando la noche el Prior, esperando que amaneciera para ir al Alcázar, cuando llamó a la puerta de la celda un fraile lego que le llevaba una taza de caldo, y al verle tan afligido le dijo:
-"No se abrume Vuestra Paternidad, que Dios aprieta pero no ahoga, y yo le aseguro que podrá salir bien fácilmente de este trance".
-"¿Fácilmente decís? Cómo se conoce que vuestra reverencia no conoce el mal genio de nuestro rey".
-"Si Vuestra Paternidad me lo permite, le diré que yo antes de ser fraile fuí hombre de campo, y tengo mucha gramática parda.
¿Por qué no me deja ir al Alcázar, y ser yo quien soporte la primera indignación del rey hasta amansarlo?".
El Prior, que de todos modos se veía destituido ya, desterrado y sabe Dios qué más, pensó que poco podía perder con fiarse de la gramática parda del lego, y recomendándole que llevase la capucha bien echada a la cara para no ser reconocido, le dejó ir en sustutución suya.
Llegando ante el rey, el lego sin quitarse la capucha y con los ojos bajos como en señal de máxima humildad, saludó al monarca.
-"Me tenéis enojado, Padre-comenzó con voz que presagiaba tormenta-. No me gustan los frailes andariegos, ni los priores que desamparan a su Comunidad, dejándola sin cabeza ni gobierno para irse a predicar en otras ciudades, donde hay otros religiosos que bien pueden hacerlo".
Encasquetóse más la capucha el fraile, bajó aún más la cabeza, como si estuviera compugido.
."Y puesto que os habéis arreglado tan bien para infundir en vuestra Orden esa creencia de que sois un sabio, vais a demostármelo a mí, contestando a estas tres preguntas:
* La primera, ¿Cuánto valgo yo?
* La segunda, ¿Dónde está el centro de la Tierra?
* La tercera, ¿En qué me he equivocado yo? Relexionad bien y contestad con sabiduría porque si no, Padre Prior, os juro que lo pasaréis muy mal".
Tras estas enérgicas y amenazadoras palabras del rey, quedó el fraile inmóvil, metió las manos en las mangas como quien mdita.
-"A la primera pregunta de Vuestra Alteza, de cuánto podéis valer, os digo que veintinueve reales, y no creo que Vuestra Alteza, pretenda valer tanto como nuestro Señor, que fue vendido por treinta monedas.
Satisfizo al rey la respuesta y aguardó.
-"A vuestra segunda pregunta, de dónde está el centro de la Tierra, y sin que me lo toméis a lisonja, os diré que el centro de la Tierra está mismamente donde tenéis puestos vuestros pies, no porque seáis rey, sino porque siendo la Tierra redonda, por cualquier sitio tiene ella debajo el centro.
También le satisfizo al monarca esta respuesta.
-"Y finalmente, a vuestra tercera pregunta, sobre en qué cosa estáis equivocado, no sería yo quien me atreviese a señalar a un rey en sus asuntos de gobierno en lo que pueda estar equivocado, pero sí en ciertas cosas menudas y domésticas. Y así por ejemplo, os diré, que en lo que ahora mismo estáis pensando, estáis equivocado.
_"¿Porqué?"
-"Porque en este momento pensáis que estáis hablando con el Prior del convento de San Francisco, pero estáis equivocado porque con quien estáis hablando no es más que un lego de la cocina".
Y levatándose la capucha dejó ver su rostro.
Quedó maravillado don Pedro I del ingenio, aplomo y sobre todo del valor que el lego había tenido para comparecer ante él.
-"¿Y por qué ha venido el lego de la cocina
en vez del Prior a quien he llamado"?
-"Porque la sabiduría de mi prior es tan grande, que no era necesario para estas preguntas, y pensó que para contestarlas sería suficiente el último lego del convento".
Comprendió el rey la sutileza con que el lego quería salvar a su Prior, y contestó con otra argucia semejante.
-"Está bien. Pues podéis decirle a vuestro Prior, que su grandísima sabiduría es lástima que se desperdicie en una ciudad como ésta, en la que nos podemos bastar con la sabiduría de un lego. Así, que prepare su maleta, monte en su mula, y se vaya hacia otra ciudad de mayor calidad y grandeza que la nuestra, donde aprovechen mejor a Dios y a los hombres sus talentos. Yo me conformo con la modesta sabiduría de un lego, para que luzca y brille el primer convento de Sevilla. Así, que desde hoy vos seréis el Prior de San Francisco...
¡Esto sí es tener gramática parda, miarma!
¡Qué arte!
Fuente:
"Tradiciones y Leyendas Sevillanas"
José Mª de Mena.
Ed Plaza & Janés.