jueves, 11 de julio de 2019

CALOR, CALOR CALOR...






CALOR, CALOR, CALOR, EN JUEVEANDO...

Esta vez nos convoca nuestra amiga Moli con un tema muy actual: el calor, una buena idea que admite una enorme variedad de entradas en la que podamos participar todos. Yo lo he enfocado desde la cocina, con una de las sopas frías más representativas del verano: el GAZPACHO junto al cordobés SALMOREJO y el malagueño AJOBLANCO. Tracy es cordobesa, una menda es sevillana y si de algo sabemos son de los grados que alcanzan nuestras ciudades, por lo general, en estos meses...gracias Moli, gustazo en participar. Con los nietecitos aquí, estoy muy limitada...

Podéis leer lo que escribamos: aquí

 

APOLOGÍA DEL GAZPACHO

¿Quién puede encontrar la exacta
razón de su cumplimiento?
Unos dicen que cebolla,
sin ningún miramiento
lo cuelgan en internet
como básico elemento.

Las páginas consultadas
en un noventa por ciento,
la citan como esencial
factor de su condimento.


Pero Sevilla, señores, 
sirvame como argumento, 
la cebolla es sólo causa
de lágrimas y sufrimiento.


Y digo desde las mismas
entretelas del invento
que tengo colmado el gusto
cuando al crearlo me he puesto.


Cebolla, para el potaje,
para los guisos selectos,
para atún, la ensalada,
para los refritos, pero...


¿Cebolla para el Gazpacho?
¿De dónde surgió el yerro?
que se vaya a tomar viento
y sigamos la razón
que desenrede este enturto.


Así que amigos, sigamos,
otro problema resuelto.


Este protocolo empieza
si mezclamos en un cuenco:
pan, pero de masa dura
y agua del Ayuntamiento,
hasta que tomen volumen
y hasta doblen su peso,
poniéndonos a otro caso
cuando lo tengamos hecho.


Rojos tomates redondos
en verano tomaremos,
y si son de Los Palacios
gran satisfacción tendremos,
más abremos de cambiarlos
si lo hacemos en invierno
por los de fuera, 
si no queda otro remedio.


También podemos usar
tomates de invernadero, 
pero jamás de lata,
que son frutos cuarteleros
y que tienen sabor distinto
de como saben los frescos.


Y mientras se ablandan el pan
ponemos en un mortero
con un chorrito de aceite,
ajos, pepino y pimiento,
o la batidora eléctrica
si mortero no tenemos, 
y aceite de oliva, claro,
y vinagre, por supuesto, 
y la sal en su medida,
sin caer en el exceso.


Añadiendo los tomates
ajustamos el concepto
si le añadimos el agua
y lo vamos resolviendo.


La delicia de esta tierra,
de este manjar sin secretos,
que entroncan su tradición
con romanos y tartesios
y el grandioso paladar
de la gente de este pueblo.


Es fuente de vitaminas,
de minerales repleto,


excelente antioxidante,
alimento de alimentos.


Si tiene tantas virtudes
y es paladín de lo nuestro,
si nuestra salud conserva
y previene el sufrimiento,
merece nuestra gratitud
y también nuestro respeto.



Soy curioso y por lo tanto,
pregunto a los cuatro vientos:
si tanto nos beneficia,
¿Dónde está su monumento?



Autor:
José Luis Tirado Fernández
Artista y poeta: ¡Trianero! 


 
Tomates

      
Ajos

      
Pan y aceite

   
Pimientos
Vinagre de Jerez
*
Pepinos



Sal, agua, vinagre y aceite al gusto.

 * He escrito la receta con los colores de los ingredientes.

Brindemos con gazpacho bien fresquito, chin, chin, chin...  









Iré contestando cuando pueda...