domingo, 22 de julio de 2018

PENSAMIENTOS DE CONCHA




LA DESPEDIDA


 A veces se nos hace un nudo en el alma, un nudo que es difícil de deshacer, porque está fuertemente  incrustado en lo más profundo de nuestro ser.
 Ese mundo es una soledad compartida, una soledad en la que los que nos rodean no entran. Y no entran porque es más fácil ignorarla, es más fácil creer que escosa de viejos , de mayores.
 Yo creo que nuestro cuerpo en efecto ha envejecido, que nos hemos hecho mayores , que nuestro andar se ha hecho lento , pero nuestra mente está fresca ,joven , actual.
 Y somos conscientes de nuestro presente, de nuestras capacidades. A los que vienen detrás les pido que nos escuchen, que pierdan un tiempo con nosotros y que hablemos.
 Necesitamos hablar, compartir, preguntar; necesitamos que sepan que aún sentimos y pensamos. Gran parte de la Humanidad quiere arrinconarnos, que no entorpezcamos esa vida vorágine en la que se han instalado.
 Y las residencias se llenan, y allí parece que solo esperamos desaparecer, dejar de respirar para que los jóvenes respiren, para que no se sientas ni obligados ni responsables.
 Pero aquellas personas que en el zenit de la vida tenemos la suerte de no haber perdido la razón, necesitamos el calor de la palabra, del amigo, de saber que aún la vida cuenta con nosotros aunque solo sea para dejar nuestra semilla.
 La semilla que todos y cada uno de nosotros ha recogido a lo largo de la vida; semilla que no debemos dejar que se pierda porque cada grano puede germinar y convertirse en una bella flor si está bien regada.
 Hablemos, dialoguemos, vivamos que solo tenemos una vida y no podemos cortarla cuando aún falta un tramo del camino

  Concha Mingorance