domingo, 21 de julio de 2013

* REFLEXIONES *



Siempre he pensado desde que adquirí ciertos conocimientos que la exploración de nuestras potencilidades no es asunto que haya que dejar a lo venidero, ni al azar en nuestras vidas. Eso sí, se puede emprender sistemáticamente, o al menos, con ahinco, hasta el final de nuestros días, con resultados diversos, por supuesto, pero creando.

ARRIESGUÉMOSNOS A FRACASAR

Aprender contiene algunos riesgos, por supuesto. Fijémosno en la infancia, cuando el niño está asimilando con rapidez, es verdaderamente asombroso, está padeciendo al mismo tiempo  un gran número de fracasos. Obsérvense las de cosas, innumerables que el chavalito emprende y qué poco lo descorazonan sus descalabros, ¿os habéis fijado en eso? Con el paso de los años contemplo que irá disminuyendo su despreocupación ante el fracaso. Al llegar a adulto, esa edad en que llevamos en la cabeza un amplio catálogo de las cosas que no tenemos intención, ni de coña, de procurar nuevamente porque ya una vez lo intentamos sin éxito. Por consiguiente, tendemos, cada vez con más frecuencia, a soslayar aquello que jamás hemos ensayado

Opino, que este temor del fracaso es como un muro que impide el profundizar en la exploración  y la experimentación, y asegura una progresiva limitación-frenado de nuestra personalidad. Mis padres me dijeron hace muchos años, que para seguir aprendiendo y madurando, tenía que seguir exponiéndome al fracaso...toda la vida. ¡Cuánta razón tenían! (Me hice con el testigo), no dejo de procurarlo.

MADURAR NUESTRAS CONVICCIONES

En la vida, los muros que nos van encerrando a medida que tenemos más edad son en realidad como una especie de muros de un canal. A fin de huir de estos canales de menor resistencia se requiere un impulso adicional, un entusiasmo suplementario, como una nueva energía. ¿Es posible fomentar deliberadamente nuestras energías y nuestros móviles? Estimo que es altamente posible. Desde luego, a veces, no siempre podemos dedicar todo el tiempo al objeto de nuestras más caras convicciones; pero sí creo que ya sea en el ejercicio de la profesión, o en la vida del hogar, o en las actividades que ocupan parte de nuestro tiempo, deberíamos hacer algo que nos interese profundamente, alguna cosa que se convierta en "nuestro espacio", alguna meta, a la cual podamos aplicarnos con ardiente fe en su alcance. Si queremos volver a la fuente de nuestra vitalidad, renovarnos, atravesemos las falsas barreras de la vida y procuremos comprender cuáles son las cosas que verdaderamente nos interesan, a las cuales podemos dedicarnos con entusiasmo, incluso con el valor innegable de la esperanza.

EL AMOR Y LA AMISTAD
 

Con el paso de los años, he observado que es característica de las personas capaces de renovarse a sí mismas mantener con los demás relaciones mutuamente fructíferas. Poseen la aptitud de prodigar ternura, amor, amistad...y asimismo de aceptarlo, cosa ambas más difícíles de lo que nos creemos. Las alegrías y también los sinsabores de los que queremos son parte de nuestra propia experiencia, esto es indudable para mí, y ello enriquece nuestra vida, por consiguiente. Hay de todo, claro, una más dilatada consecuencia: el amor y la amistad disuelven las rigideces del "yo" aislado y abren por fuerza nuevas perspectivas.   

Moraleja: -A veces, cuando perdemos algo que no encontramos es porque no hemos mirado donde estaba-, es decir, que si lo intentamos otra vez con nuevas ópticas, lo podemos lograr...


He compartido con vosotros unas opiniones y como tales son completamente subjetivas, seguidores.