sábado, 6 de febrero de 2016

LO QUE LA HISTORIA ESCONDÍA




Las obras del metro que hallaron un barco islámico en Plaza Nueva

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Sevilla ha sido, durante siglos, cuna de muchas de las civilizaciones que han marcado la Historia. La ciudad, insondable y misteriosa a veces, ha ido desvelando algunos de los secretos que oculta su pasado. Uno de ellos, quizás de los más llamativos, salió a la luz en 1981, durante las obras de construcción de un futuro metro. El proyecto especificaba que la entrada a uno de los túneles, así como una estación, estarían situados en Plaza Nueva. Sin embargo, ninguno de los implicados en las obras podía sospechar lo que se encontrarían en los primeros días de trabajo.
Un pozo circular de 40 metros de diámetro, rodeado de una pantalla de hormigón, fue el eje central de la construcción. Durante los trabajos de vaciado y drenaje se encontraron abundantesrestos arqueológicos, de cuya vigilancia y recuperación se encargó el entonces director del Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, Fernando Fernández Gómez.
Entre los hallazgos había cerámica islámica, restos de columnas de mármol y varias ánforas. Sin embargo, había dos tesoros que destacaban por encima de los demás: un ancla y restos de un barco hallados en plena Plaza Nueva.

Once metros de profundidad

Los restos de la embarcación aparecieron a mediados de julio de ese mismo año, a 11 metros de profundidad. La pantalla de hormigón los había partido en dos, lo que dificultó en gran medida su extracción. Las dificultades técnicas, unidas a la fragilidad de la madera, provocaron que apenas sobreviviesen varios fragmentos del barco, que se trasladaron a los almacenes del Museo Arqueológico. El ancla fue encontrado unas semanas después a 15 metros de profundidad.
Los investigadores empezaron a ahondar en una cuestión que intrigó a toda la ciudad durante ese verano. ¿Qué hacían un barco y un ancla, presumiblemente de origen bizantino, en el centro de Sevilla?
Para explicarlo, hay que remontarse a la realidad geográfica de Sevilla hace siglos. En la Antigüedad, el área donde se asienta la ciudad era muy diferente de la topografía actual. A pesar de que hoy en día Sevilla está situada a 85 km de la costa, en el primer milenio a. C. la costa atlántica estaba mucho más cerca de Sevilla. Además, son muchos los autores que afirman que existía un cauce del Guadalquivir que transcurría por lo que ahora es el centro histórico. Una de las tesis más respaldadas es que un brazo del río se desviaba por la Puerta de la Barqueta, y que seguía por las actuales calles de la Alameda de Hércules, Trajano, Campana, Sierpes, Tetuán, torcía en diagonal en la Plaza Nueva y desembocaba en la Puerta del Arenal, donde se unía con el cauce principal. Esta hipótesis se apoya, entre otros datos, en el estrato de arena, gravas y restos de ánforas hallados durante la construcción del Teatro Imperial, en Sierpes, y la existencia de restos similares bajo el Hotel Inglaterra.
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Aproximación sobre la situación del valle del Guadalquivir en el siglo VIII a.C. y de Sevilla en el siglo II d.C.
El asterisco marca el lugar de Plaza Nueva. (C.C.T)

Origen distinto

A pesar de que, en un principio, se planteó que, tanto el ancla como la embarcación, estaban relacionadas y pertenecían al mismo periodo histórico, estudios posteriores, como el realizado en 2012 por el investigador Carlos Cabrera Tejedor, demuestran que no es así. Los datos y los análisis de la madera descartan que el barco tenga origen bizantino, y especifica que fue construido entre los siglos X o XI: es una embarcación islámica, usada durante el periodo musulmán de la ciudad para transportar personas o mercaderiìas desde barcos mercantes, fondeados en el Guadalquivir hasta las instalaciones o almacenes del puerto.
El ancla, por su parte, sí que tiene origen bizantino y, debido a su longitud, de más de 2 metros, debía pertenecer a un barco de considerable porte y tamaño, capaz de cruzar el Mediterráneo.
Ambos hallazgos demuestran que la zona céntrica de Sevilla, ahora repletas de tiendas, bares y plazas, fue durante siglos un fondeadero del antiguo puerto de Hispalis donde se anclaban las embarcaciones. El hecho de que el cauce oriental de río dejara de ser navegable en el siglo XI, hizo que la ciudad se transformarse, poco a poco, en la que hoy conocemos.








Recopilado.