jueves, 10 de marzo de 2011

CONMEMORACIÓN DEL 1º CENTENARIO EN MARZO








DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA


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Aquella mañana, igual que todos los días, en aquella casa todos se preparaban para ir al trabajo. El padre había madrugado más por tener un turno en la fábrica de seis a dos. La madre entraba en la oficina a las ocho y desayunaba precipitadamente, ya que tenía el tiempo muy justo para llegar a su hora. Los tres hijos, de ocho, diez y doce años tomando el desayuno, con las mochilas puestas en la espalda.


Con el último bocado de la tostada en la boca salían por la puerta precipitadamentepara coger el autobús que los recogía a unos metros de su casa para dejarlos en el colegio.


¿Cómo se quedaba la casa?


El micrioondas sucio, el tostador igual, incluso conectado, en la mesa, todos los cubiertos de haber servido el desayuno, servilletas de papel sucias, el bote de tomate, el recipiente del aceite, la mantequilla, las sillas ninguna en su sitio, los vasos de haber tomado la leche todos sucios, las cucharillas igual, las camas sin hacer, los pijamas en el suelo de los dormitorios-en fin, un desastre.


¿Quién arreglaba todo eso?


Aquella mujer de setenta años que era la madre de aquella única hija y viuda desde hacía más de veinte años, abuela de aquellos nietos, que por encontrarse todavía en condiciones físicas, que a pesar de dolerle todos los huesos, se defendía haciendo las labores de la casa, gracias a la lavadora, que desde que la compraron dejó de lavar a mano.


A las ocho y media empezaba el horario de trabajo de esta mujer. Primeramente la cocina, empezando por lavar toda la vajilla de la noche anterior-que como no había una hora fija para cenar-se acumulaban los platos sucios para por la mañana, todo lo sucio del desayuno, la limpieza de la cocina y a la misma vez preparando la comida para mediodía , que todos llegaban a las dos y no hacían nada más que sentarse a la mesa, diciendo, ¡¡-"Venga abuelita que tenemos hambre!!"-


Arreglar cuatro dormitorios, barrer y quitar el polvo a todo el piso, preparar la lavadora, tender la ropa, y por la tarde, de que fregaba la vajilla y tiraba la basura, recogía la ropa seca y se ponía a planchar.


Aquella mujer lo único que disfrutaba, mientras planchaba, ver el programa de Ana Rosa -el chismorreo- de las revistas del corazón.


Cuando venía la hija, se iba hacer "aerobic". Los niños, a su cuarto a estudiar y ella preparando la cena, al gusto de cada uno.


Cuando esta mujer se sentaba a las diez de la noche, no podía ver la televisión ni nada, era a dormir.


Aquella mañana era ocho de marzo, se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, cuando su hija se iba , le dice a la madre,-"hoy no me esperes para comer mamá, que vamos a celebrar el Día de la Mujer y nos juntamos las amas de casa para estar juntas, tú le preparas lo que quieras a Ramón y los niños.


Cuando llegaron los niños a la casa y se sientan a la mesa, le preguntan a la abuela, "¿No ha venido todavía mi mamá a comer"? -"No Pepito, hoy es el Día de la Mujer Trabajadora y tu madre lo está celebrando con las amas de casa.


"-A buela, ¿Y a dónde lo están celebrando?


"-Yo creo que en le Hotel Hidalgo.


"-Abuela, ¿por qué no me llevas que quiero ver a mi mamá?


"-Ve tú solo.


"-Abuela, yo quiero que tú vengas conmigo.


La convenció y dispusieron los dos camino del Hotel Hidalgo.


Cuando llegaron, al querer entrar donde se estaba celebrando aquella reunión de mujeres trabajadoras, el camarero los detuvo diciendo que aquello no era para niños ni para viejos.


Pero Pepito insistió diciendo que quería ver a su mamá.


Pasó y dirigiéndose a la presidencia, que ocupaba su mamá, se quedaron todas sorprendidas,


Y aquel niño, que ha pesar de tener doce años, en aquellos momentos se vistió de hombre, se dirigió a todas y pidiéndoles un momento de silencio les dijo solamente:


"-¿Es que el DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA NO ES NADA MÁS QUE PARA LAS QUE COBRAN"? ¿Y LAS QUE TRABAJAN COMO MI ABUELA Y NO COBRA ...¿CUÁNDO ES SU DÍA?


Aquellas mujeres se pusieron todas de pie, y dando un largo y fuerte aplauso la sentaron en la presidencia cubriéndola con todos aquellos ramos de flores que habían recibido.


Aquella mujer había recibido el único homenaje después de setenta años como Mujer Trabajadora.






El autor de éste manifiesto es Juan Ríquez Molina, con quien tuve el honor y satisfacción de compartir páginas durante muchos años en la entrañable revista socio-cultural de Martos, (Jaén), "Día a Día".


Este magnifico escrito lo encontraréis en el Nº 466. Lo he reservado para compartirlo con todos vosotros en la fecha tan especial del Primer Centenario, del Día de la Mujer Trabajadora.


Mi sentido y merecido homenaje para mi compañero, por su sensibilidad y acierto en el tema para nosotras tan reivindicativo como justo.


Afectuosos recuerdos para el equipo memorable de Redacción, compañeros y lectores, que jamás olvidaré.


"Desde Sevilla a Martos"


Un abrazo a todos.




Mari carmen.