domingo, 20 de enero de 2013

EL LEGADO DE LOS RÍOS, A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Nacimiento del Guadalquivir, Sª de Cazorla.
El discurrir de las aguas de un río es semejante al de la vida humana. Desde su origen, hasta su desenlance, su curso se despliega, crece, se enriquece, apoya o rechaza los proyectos de los hombres, abre cauces a la Historia o destruye con sus riadas esperanzas y realizaciones, como el ser humano con guerras e invaciones.

Los grandes cursos de agua han constituído siempre materia inagotable de meditación, aventuras y estudios. Su paso con fuerza irresistible ha cambiado las tierras por donde transcurían, han transformado en fecundos terrenos antes áridos en fértiles riberas.


Siempre he pensado que las "vidas" de los ríos son tan apasionantes como las de los humanos. El que más entrañable para mí es el Guadalquivir.

El herrerillo, fauna del entorno del Guadalquivir
Guadalquivir por Córdoba, Mezquita tras el Puente Romano
Cuna de grandes civilizaciones, cuyas riberas enamoran a quien las pasean, cantadas por los poetas. Medio de comunicación y comercio, de hombres de distintos credos, razas, culturas e idiologías, pero también de desgracias con el desbordamiento, que antaño padecíamos en numerosas ocasiones desde los tiempos de los Tartessos.
La Cucaña, tradición muy querida en Triana

Andalucía "parió" a su gran río para bañar a sus hermanas. A lo largo de su historia ha tenido diversos nombres: Tarssis, (época de los Tartessos), Betis, (romano), y Guadalquivir, (árabe).

La labor tenaz, paciente  constante de este río, guarda paralelismo con la que realizan los hombres mientras viven, descritas por autores de fama. El Guadalquivir imprime carácter a las ciudades que las baña. Sevilla es un ejemplo, como lo son la Sierra de Cazorla, Andujar, Córdoba y su desembocadura en Sánlucar de Barrameda, en Cádiz...

Sevilla, Puente de Triana

Algo tan bello como contemplar desde el Puente de Triana el entorno del río es unos de los deleites más grandes que tenemos que disfrutar y valorar los sevillanos, de ahí que tenemos el sagrado deber de proteger, amar y cuidar tan especial tesoro. 

            
Mi amiga, Antonia Gómez Sousa, me aporta el siguiente sabio proverbio, que me satisface incluir y espero que os guste a todos:

   "Al principio son pequeños pero en su transcurrir se hacen fuertes y profundos, y una vez empezado ya no tienen vuelta atrás. Así sucede con los ríos, los años y las amistades".