jueves, 20 de agosto de 2015

LA EXPLOSIÓN EN CÁDIZ 1947: 2ª PARTE

Foto: Ateneo Gaditano.




DESCOORDINACIÓN DE LA INTERVENCIÓN


1-. La descoordinación es palpable en los primeros momentos entre los efectivos sanitarios, bomberos, policías, autoridades, etc. Sin una planificación previa, se improvisa en una especie de Puesto de Mando con la participación  de algunos  representantes civiles y militares para tomar medidas de carácter urgente, improvisadas también.
2-. Los medios actúantes también lo hacen de forma descoordinada, al no establecerse, como hoy en día, un Puesto de Mando Avanzado, bajo la dirección de un Mando Único. De ser así, la información habría sido mucho más coherente, el auxilio se habría prestado más rápida y eficientemente y el aprovechamiento de recursor hubiera sido mayor. Eso sí, los equipos de trabajos  actuaron de forma autónoma, sin preparación ni asesoramientos pero con el ferviente deseo de socorrer, arriesgando sus propias vidas.

3-. Por ello algunas personas designadas para dirigir los diversos grupos participantes, etc. Tampoco es de extrañar este desconcierto, dado el caso de que nadie se quiso responsabilizar del accidente. De hecho, los mandos militares de la Armada por un lado y el Alcalde de Cádiz por otro, asumieron al unísono la dirección de la emergencia y cada cual coordinaba a sus propios efectivos a su parecer. Hoy día, gracias a los Planes de Emergerecia, la designación de los responsables de los grupos de acción y sus  respectivas funciones están claramente establecidas de antemano, ejerciendo la coordenación desde un mando único recogiendo en la  legislación española sobre Protección Civil.

4-.   Una cuestión importante que a veces suele pasarse por alto es la aparición en los lugares castigados por una catástrofe de expoliadores y saqueadores, que hoy día incluso se organizan en mafias. El pillaje es practicamente omnipresente en cualquier sociedad del mundo, aunque más notables en los desfavorecidos, por tanto, merece ser tenida en cuenta en cualquier planificación de emergencias, debiendo ser asignado su control a las Fuerzas de Seguridad del Estado. El último caso del que tenemos noticia ha sido el expolio más previsible al ser sometido el Museo Arqueológico de Bagdad durante la Guerra del Golfo, donde  no cabe duda de que han participado las mafias internacionales organizadas para el tráfico  ilegal de arte. Lo mismo ha ocurrido en casos de desastre sismíco como México, El Salvador, Turquía, etc. El saqueo se efectúa de forma generalizada en edificios, públicos, entidades bancarias, comercios, viviendas, etc.

AUXILIOS SANITARIOS 

Las cifras de los heridos comenzaron a llegar a los hospitales por centenares y a los pocos días las cifras de los atendidos superaban los 5.000. El Hospital de Mora se convirtió, por su categoría como hospital provincial y como sede de los departamentos de la Facultad de Medicina, en referencia y recepción de heridos más graves, colapsándose de inmediato. Pero también se atendieron centenares de personas en el Hospital de S.  Juan de Dios, el Hospital Militar de la Plaza Fragela y más tarde a los hospitales de S. Fernando.

En el tiempo en que Cádiz  se mantuvo  sin luz eléctrica los médicos se alumbraban con velas y otros medios, durante las intervenciones. Ante la avalancha de heridos  y las profusas hemorragias de algunos se agotaron las reservas de sangre, vendas y muchos médicos, entre ellos Venancio González, Jacinto Maqueda, Joaquín  Flores y Salvador Ramírez, cuya labor no ha sido hasta hoy lo suficientemente reconocida trabajaron sin descanso durante 5 días y terminaron agotados y exhaustos. El Dr. Ramírez tuvo que hacer amputaciones sin los medios asépticos adecuados, pero salvando muchas vidas gracias a su experiencia, dedicación y esfuerzo. Pero no sólo hay que agradecerles a estos magnificos profesionales que demostraron durante la tragedia, sino también la labor de investigación que luego desarrollarons tras analizar los singulares casos que se produjeron en algunos pacientes, como secuelas físicas y psicológicas de la explosión. Nos remitimos a los impresionantes trabajos de F. Muñoz Ferrer: "Patología de la mujer gaditana durante la explosión" y la de J. Portela: "Traumatología otorrinolaringología en la catástrofe gaditana"

AUXILIOS SANITARIOS

En esta área es donde debe procederse a la evaluación  y clasificación de los heridos, lo que denominamos "Triage", antes de practicarse la asistencia sanitaria propiamente dicha y las evacuaciones hospitalarias. Este procedimiento probablemente habría logrado salvar vidas al atenderse em primera instancia a los heridos con mayor perspectiva vital.

RESCATE E IDENTIFICACIÓN DE VÍCTIMAS MORTALES

J. Pettenghi era en 1947 alférez del ejército de tierra cuando en la mañana del día 19 de agosto observó a un hombre que sollozaba tumbado en el suelo de la Carretera Industrial, una gran piedra que aprisionaba el cadáver de la esposa de aquel hombre; sólo pudo consolarle, ante la falta de medios para liberar aquel cuerpo. Relato como éste forman parte de un extenso anéctotario de la debacle.

El rescate de las víctimas mortales fue, en numerosos casos como éste, verdaderamente sobrecogedor. En la Casa Cuna, donde la catástrofe sorprendió a las Hermanas de la Caridad y a los niños de corta edad que se hallaban en ese orfanato, se extrajeron numerosos cuerpos desfigurados y aplastados. Más de cincuenta años del suceso aún  se oían relatos de supervivientes que formaron parte de los equipos de rescate, narrando cómo algunos se jugaban la vida para rescatar entre escombros los restos de aquellos niños.                                         
Foto: Ateneo Gaditano.

Aquí murieron 19 niños, 9 niñas y casi todas las monjitas.


A medida que iban siendo desenterrados, los cadáveres fueron trasladados al cementerio donde se acomulaban en exiguas salas carentes de cámaras frigoríficas, permaneciendo varios días depositados sobre mesas o suelo. Por allí  pasaron familiares de las víctimas para identificar. Fue horrible. Cuando la identificación era positiva se iban inhumando de forma inmediata, quedando constancia fehaciente tanto en el libro de enterramientos como en las actas que instruía el Juez del Juzgado de Instrucción de Cádiz. Los cuerpos que no habían podido ser reconocidos por familiares, el caso mayoritario, el caso de la Casa Cuna por carecer de ellos, tuvieron que ser inhumados sin identificación. No obstante, antes de proceder las autoridades enconmendaron a cuatro fotógrafos de la ciudad, como Antonio González, que tenía un comercio en la calle Barrié, retratar todos los cadáveres no identificados. De cada uno se hicieron tres copias.

FOTOGRAFIADO E IDENTIFICACIÓN DE LAS VÍCTIMAS


Gracias a las fotografías ordenadas por el juez instructor pudieron identificarse después  una buena parte de las víctimas. Este procedimiento, ya había sido empleado por el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, se sigue empleando hoy en accidentes con elevado número de víctimas. Hasta hace pocos años a los familiares de las víctimas se les hacía observar todos los cadáveres uno a uno hasta identificar al de su familiar o amigo, con el consiguiente efecto psicológico de angustia y post-traumático que provocaban. Hoy se les muestran primero las fotografías y ante la certeza o indicio, se les hace mirar el cuerpo, así disminuye la carga emocional.

REPARACIÓN DE DAÑOS Y REHABILITACIÓN

En la zona de extramuros, la más próxima al siniestro, 40 edificios resultaron dañados de diversas consideración y 174 presentaban daños estructurales; en intramuros no se produjo el colapso total de ningún edificio, pero se vieron afectados unos 2.134 edificios y 36 más daños estructurales, cientos de personas se instalaron en campamentos de refugiados cedidas y levantadas por el ejército que serían sustituídas por barracones de madera, muchos más de lo garantizado por el Gobierno, hasta que se construyeron nuevas viviendas que fueron edificadas cerca de las destruidas.

También quedaron arrasadas las principales industrias  de la localidad, como Gas Lebón, y Astilleros de Echevarríeta y Larrinaga. Las instalaciones militares de la Armada emplazada en el barrio de S. Severiano, origen de la deflagración, también fueron arrasados los cuarteles de Infantería, próximo al barrio de S. José. Los establecimientos públicos y privados: Sanatorio Madre de Dios, Clínica Dr. Sicre, iglesia de S. Severiano, los consulados de Brasil y Colombia, Casa Cuna, entre otros. El poder fue tan grande que a la mañana siguiente se dieron anécdota tan grabadas como la de un niño que salió corriendo por las calles de extramuros ¡" Ha quedao el Cristo"! Al ver que la imagen de un Crucifijo había quedado colgado en unas de las paredes que se mantenía en pie en la escuela...                                                                              
                                                                       

Foto: Ateneo Gaditano
                           Víctimas que pueden andar, buscando auxilio en el casco antiguo de la ciudad.                         


Continuará...
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