martes, 23 de junio de 2015

LAS SUPERSTICIONES SEVILLANAS DE ANTAÑO: LA SEVILLA QUE SE NOS FUE, IX





En Sevilla, y otras partes de España, existían infinidad de creencias supersticiosas. La palabra SUPERSTICIÓN viene de SUPERSTITE, que significa "SOBREVIVE", o sea, que eran creencias supervivientes de antiguas religiones, posiblemente desde la época de los tartessos, pasando por no pocas supersticiones , célticas, romana, y árabes.

Así, la creencia de la que la muerte, invisible pero en figura fantasmal de esqueleto con sudario y guadaña, pasaba siete veces junto a las parturientas, cuatro veces por encima de la cama y tres por debajo. Para conjurar el peligro de que la parturienta muriese, lo mejor era que algún familiar: madre, suegra, hermana o abuela, estuviera rezando mientras duraba el parto. Se conjugaban así una creencia supersticiosa de religiones antiguas, y una practica cristiana, la de la oración.

Otra oración para las tormentas: para evitar que el rayo cayese en nuestra casa, se efectuaba echando sal superstición antigua, y rezando a Santa Bárbara Bendita, o encendiendo una vela que había estado en el Monumento Eucarístico del Jueves Santo. Estas oraciones, no piense el lector que son recogidos  de libros antiguos, sino que fueron transmitidos por los mayores de las familias.

Con la llegada de la radio y el cine que invadieron nuestras casas y costumbres, fueron progresivamente borrandose estas supersticiones, como casi todos los aspectos diferenciales de la cultura.

He aquí algunas muestras de oraciones a las que se atribuían poderes mágicos. Yo las he conocido  a través de mis mayores y las he oído en otras casas de vecinitas.
Oración cuando un niño se atragantaba:

"San Blás, San Blás
que mi niño se va a ahogar".

Oración que rezaban los niños al acostarse:

"Con Dios me acuesto
con Dios me levanto
la Virgen María
y el Espíritu Santo".

"Cuatro esquinitas
tiene mi cama,
cuatro angelitos
que me la guardan".


"San Miguel
San Gabriel
el Ángel de mi Guarda
y San Rafael
y me dicen
(fulanito, aquí su nombre), 
duerme y reposa
no tengas cuidado
por ninguna cosa".

Ensalmo para las heridas pequeñas:

"Sana sanita, sanita sana
culito de rana
si no sana hoy
sanará mañana".

Oración después del baño y ponernos muda limpia:

"Bendita sea tu pureza
eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza
a Tí Celestial Príncesa
Virgen sagrada María,
te ofrezco en este día
alma, vida y corazón 
mírame con compasión
no me dejes Madre mía".

Esta oración, escrita por Fray Diego de Cádiz, se les enseñaba a los niños desde pequeñitos a rezarla durante el momento en que se estaban cambiando de ropas interior, a fin de que la visión de su propio cuerpo desnudo, no les indujera a malos pensamientos, teniéndoles entretenidos el pensamiento  en la oración.
(¡Toma yá, ! ¡Qué cosas tan disparatadas!).

Otra que no tenía desperdicio era cuando extraviábamos algo,
era la de San Cucufat, para "obligarle" a que nos ayudara a encontrar cualquier objeto perdido.

San Cucufato, San Cucufato
los cojones te los ato
si (aquí el nombre del objeto)
aparece te los desato
mientras no me ayudes,
no te los desato".

Al hacer este conjuro, había que tener un pañuelo en el que se echaba un nudo simulando atar en él los testículos de San Cucufato, a quien  según la leyenda, le martirizaron por ser cristiano, dandole suplicio de colgarle por los testículos...
(¡AY , QUÉ PUPITAAAAAAA!!!).

La persona que hacía el conjuro, golpeaba con el pañuelo anudado los muebles, o lugares por donde se suponía haber perdido el objeto.

Oración para protegerse de las tormentas:

Santa Bárbara Bendita, 
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita
en el árbol de la Cruz, 
Jesús, Jesús
mil veces Jesús".  

 Basado:
"La Sevilla que se fue"
José Mª de Mena
4ª edición
Editorial Castillejo