Muchos de mis primeros recuerdos están relacionados con las mañanas de los jueves, donde a veces acudia con mi padre. Ibamos a curiosear, pero sobre todo, a buscar libros interesantes para mí, a un precio módico. Era en el mercadillo de la calle Feria de Sevilla, en la cual nací. Entrabamos en una librería, situada en aquella calle, (hoy desaparecida), me gustaba el ver una enorme cantidad de libros, su olor, la sensación de serenidad, ajena al bullicio del exterior. Allí compramos una enciclopedia autodidáctica de Joaquín Plá Cargol y José Mª Plá Dalmau, E.D Lainu Carles Pla.S A , (libros usados, claro). Aún la conservo como un tesoro, me aportó amplios conocimientos por aquél entonces complementarios de mis clases, en el colegio de Las Carmelitas, de la calle Pozo (a la salida)
Muchas veces, entraba en la biblioteca del centro, allí me sentía alegre, contenta tranquila satisfecha...El olor de los libros y del piso encerado; el apagado murmullo de las voces del mostrador de préstamos y el crujido de las hojas me hacían sentir como en casa.
Conforme crecía, las bibliotecas iban siendo más bien lugares preferidos de trabajo para mí, era un lugar de verdadero solaz. En estos recintos me he liberado de la rutina, del jaleo de la calle,los ruidos, de la soledad, etc; he aprendido cosas nuevas, me he trasladado a otros mundos, he curioseado, me he divertido y me he interesado en todo lo que leía. Conocí la Inglaterra victoriana en las páginas de "La princesita", Fuí cómplice de aventuras en el Nautilus, con el capitán Nemo, visité el San Petersburgo anterior a la caída de los Romanof en las de "Ana Karerina", "viví" la picaresca de la Sevilla del siglo XVI, con Cervantes, viajé por el mundo en globo en 80 días, con el magnifico guía, Julio Verne, los usos y costumbres de los diversos pueblos de España, su historia, la popular Radio Sevilla...
Las bibliotecas son oasis de tranquilidad para la concentración y el ocio; arcones de sabiduría y cultura; centros de información; templos de devoción a la palabra impresa. Creo que es necesario que desde pequeños se enseñen los niños a sentirse a sus anchas en las bibliotecas, (muchas menos maquinitas), y al mismo tiempo sepan apreciarlas como lugares especialisímos que les provocarán, como a mí, los mejores recuerdo cuando sean mayores y valorárán enormemente los conocimientoa adquiridos a lo largo de la vida.
Bueno, con todo, siempre había una parte de mí que se quedaba en casa, metida en algún libro que dejaba encima de la mesa o estantería, con una guía para saber por dónde iba leyendo. Sus personajes me estaban esperando a que volviera y los trajera a la vida. Para mí, allí se encontraban las personas reales, los árboles que se mecen al viento, las aguas mansas y oscuras, los sonidos de la naturaleza... A través de los libros viajaba mucho no solamente a otros mundos, sino al mío propio. En ellos aprendí quién era quién y quién quería ser; a qué podría aspirar y qué podía atreverse a soñar, soñar, soñar...
Cuando me hice adulta, comprendí que el mundo puede ser hostil, a veces, ciego y sordo. Es cierto que solemos elogiar las virtudes de la lectura, pero en la actualidad, un cierto colectivo, lo hace de boquilla, pues sigue habiendo en nuestra sociedad, (sin generalizar), cierta tendencia a creer a quiénes leemos, como soñadores, holgazanes, y lo peor, gente que se piensa que son "superiores"por ser distinta, haciendo comentarios despectivos o algo peor.
Hay algo en la naturaleza humana que descofía de la lectura que no tiene como única finalidad contribuir al progreso. La gente valora la sociabilidad y el espíritu de cooperación, y supone que la soledad lleva indefectiblemente al aislamiento, y el aislamiento, al fracaso del individuo. Por consiguiente, consideramos sospechoso todo aquello que nos aleje del contacto humano, aunque sea muy transitoriamente, claro.
Leer tiene todo lo positivo del mundo: información, conocimiento, ayuda,
amenidad, diversión, viajes, compañía... amistad fiel para toda la vida, a cualquier hora del día, disponible a nuestros requerimientos .
En la actualidad, complemento los libros con los blogs de mis compañeros: Antonia González, Fernanda Casacas, José Castillo, Luisa María Córdoba, Alberto Ruiz, Amelia Éxposito... y muchos más.