Un vendedor de aspiradoras hacía una demostración, muy entusiasmado, de su producto en una casa, con muchos chiquillos. Primero, sacó de la maleta una gran bolsa y derramó su contenido-posos de café, polvo, basura de todo tipo-por la alfombra del salón. Luego dijo sonriente: "Señora, me comeré hasta la última mota de lo que mi aparato no pueda aspirar. No quedará aquí ni mijita, vamos".
Al oír esto, la mujer hizo ademán de salir de la habitación
-¿Adónde va?-preguntó el vendedor.
-A traerle una cuchara-replicó ella-.La tormenta de ayer nos dejó sin luz...
(Como dijo el torero Rafael "El Gallo": "Hay gente pa tó").
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