Ciertamente, la tiene. No hay que confundir con la adulación, a veces, se suele hacer. Son completamente diferentes en fondo y forma. El primero es de reconocimiento, estimación, honestidad, sobre todo, justo. El segundo es fatuo, falso, carente de contenido o valor, damagogia barata y frecuentemente peligrosa.
Con demasiada frecuencia observo que poca gente se percata de lo mucho que los seres humanos necesitamos que nos alienten en determinadas circunstancias de la vida. De tiempo en tiempo debemos sentir la calidez de la aprobación y valoración de nuestras tareas hechas con todo el interés y esfuerzo. Todos precisamos sentirnos útil y que se nos aprecie como parientes, compañeros de clase o trabajo. Pero, ¿cómo sabremos que nos aprecian como amigos y como compañeros si no escuchamos palabras de encomio de labios de otras personas?
Estimo que cualquiera que desee mejorar sus relaciones con los demás, le basta mostrar comprensión, empatía. No se puede lograr si no sabemos estar adecuadamente atentos, (aquí fallan muchos).
Creo que la manera de expresarla y de hacer que otros se sientan realmente aceptados y valorados se reduce a esto: buscar siempre en la otra persona algo digno de admiración y de elogio...y decírselo, naturalmente.
Todo ser humano tiene un concepto de sí mismo, una imagen propia. Para procurar que la vida nos resulte razonablemente satisfactoria, esa imagen debe ser tal, que podamos vivir con ella y nos guste. Si nos sentimos bien con nuestra propia imagen, nos sentiremos confiados y más libres para actuar de acuerdo con nuestro verdadero ser.
Nos desenvolveremos más óptimamente. En cambio, si nos avergonzamos de la imagen que nos hemos creado, nos frenaremos, haremos lo posible por no manifestarla...(y ahí se pierden o debilitan unas iniciativas estupendas), con el paso del tiempo tendemos al aislamiento y a ser "quisquillosos" y a enfadarnos con facilidad por cualquier bobada.
El elogio merecido y sincero, tiene magia, es el lustre que contribuye a superar adversidades, a fianzar la autoestima, a reparar mejor en los demás, es muy positivo.
¿Qué relación tiene entre esto y el elogio que tú puedes hacer de los demás? Creo que mucha. Tú tienes la facultad para obrar esa clase de milagro en los otros. Si refuerzas su autoestima, ellos estarán más dispuestos a acoger y tú a brindarle tu ayuda.
El elogio puede tener gran alcance. Siempre que se encomia a alguien, hay que echar mano a la sinceridad, pues esta presta fuerza al elogio. El hombre o mujer que regresa a su casa tras un fatigoso día de trabajo y ve a sus hijos con la cara pegada a la ventana, esperando, puede nutrir su alma con esa aprobación e interés mudo pero inestimable.
Bien, el elogio contribuye a suavizar los inevitables roces de la convivencia cotidiana. En ningún contexto es más cierto esto que en el matrimonio. -no me afecta, debo aclarar que no es mi caso- (Mi compi Antonia lo podrá confirmar ¿no? por lo mucho que tenemos oído). Sin embargo, curiosamente, en el hogar es donde tal vez se valore menos el elogio-sin generalizar, claro-. La pareja que está atenta a decir palabras de reconocimiento, alentando en el momento oportuno ha aprendido a cumplir con uno de los requisitos indispensables de la armonía familiar.
Hace mucho tiempo, recuerdo que una amiga, madre joven, me contó este incidente:
-"Mi hijo se porta mal frecuentemente, de manera que debo regañarlo. Pero un día su conducta fue especialmente buena. Esa noche, después de que le acomodé en su cama y empecé a bajar las escaleras, lo oí llorar. Fuí a verlo y lo encontré con la cabeza hundida en la almohada. Me dijo entre sollozos: ."Mamá ¿no he sido un buen niño hoy"? -La respuesta me traspasó como un puñal- nunca había vacilado en corregirlo cuando hacia algo mal; pero cuando se portó bien, ni siquiera lo noté. Lo había mandado a dormir sin darle una palabra de reconocimiento"-.
Creo que esto es más frecuente de lo que se piensa, y por supuesto, es extensivo al cónyuge, hermano, compañero, amigo...es sobre todo, un grave error.
Humildemente pienso, (sugiero), tomarte la molestia de buscar algo en el otro digno de elogio, y verás que mejoran tanto su capacidad como su actitud. El aliento que se produce por medio del elogio es el método más eficaz, a mi juicio, para lograr que la gente dé y responda lo mejor de sí...pruébalo.
Así como los artistas se esfuerzan en crear belleza para los demás, quienquiera que domine el arte de la empatía verdadera comprobará que eso beneficia tanto al que la brinda como al que la recibe.
Por último, finalizaré estas reflexiones con una magnifica moraleja:
¡Cuánta verdad encierra la máxima aquella que dice: "Las flores dejan parte de su fragancia en la mano que las ofrece"!