PERCEPCIONES
Conchita, una amiga de la familia de toda la vida, me comentó en cierta ocasión, la siguiente fábula:
"Un anciano estaba sentado al pie de un árbol, en las afueras de una aldea, cuando llegó hasta él un desconocido, que preguntó:
-¿Cómo es la gente de este pueblo?
-¿Cómo era la del último lugar en que vivió usted?- le contestó el anciano.
-Gente amabilísima. Lo pasé muy bien allí. Todos eran muy bondadosos, y era tal su generosidad, que nunca dejaron de ayudar a quien veían en apuros.
-Encontrará a la gente de aquí muy parecida a ésa.
Al poco, otro forastero se detuvo a hablar con el viejo.
-Qué tal es la gente de este lugar?- inquirió.
-¿Cómo se portaba la del último pueblo donde estuvo usted?-preguntó a su vez el anciano.
-Muy mal. Todos eran egoístas, chismosos y desconsiderados. No había allí persona alguna dispuesta a ayudar a nadie.
-Me temo que la de aquí le parecerá igual- repuso el viejo.
MORALEJA:
Es como la vida misma.