He oído decir por ahí que la paternidad no es una empresa intelectual, es muy cierto. Si así fuera, las personas muy inteligentes serían siempre los mejores padres, y jamás ví tal cosa en mis "taítantos" años de vida. Para ser buen padre se requiere tener los pies bien puesto en el suelo firme del sentido común, sobre todo, un buen padre lo es por su corazón y sus buenos principios, no por su cerebro.
Si estuviera en mi mano, establecería como principios fundamentales de la Educación lo siguiente: (me atrevo a lanzarme):
Desarrollar la individualidad, estimularia la imaginación, (no tanto la memoria), nutrir las mentes jóvenes con intereses, ideales, cultivar la convivencia y la alegría de vivir, los retos arduos, el preguntarse el porqué de las cosas, cultivar el amor a la verdad, la amplitud de criterio, sobre todo, la objetividad, inculcar, en lo posible, la idea básica de que en este mundo todos somos independientes, y que el egoísmo es el mayor rechazo social y negación de la vida.
Ahora se ve demasiado por diversos ámbitos sociales, como si el lujo y la comodidad fueran los más importante en la vida, cuando lo único que necesitamos para ser realmente mejores es algo por lo cual entusiasmarnos...
Estuvimos viviendo en Martos, (Jaén), un tiempo, del lugar guardo bonitos recuerdos. Una mañana de comienzo de primavera conocí a un campesino marteño entrado en años. Había estado lloviendo bastante, y comenté al respecto que sin duda esas lluvias tempranas beneficiarían mucho los cultivos. El campesino repuso: "No, si el tiempo favorece mucho a los sembrados ahora, es posible que las plantas echen raíces, superficiales, y entonces cualquier tormenta podría destruir la cosecha. En cambio, cuando al principio la situación no resulta tan fácil para las plantas, necesitan echar raíces fuertes y profundas que les permitan llegar hasta donde haya agua y alimento. Así, en caso de tormenta o sequía, tendrán más posibilidades de sobrevivir"...
Gracias a esas reflexiones consideré las épocas "malas" una oportunidad de echar raíces que me permiten capotear las probables tormentas del futuro, metafóricamente hablando. De todo y de todos podemos aprender, basta tener atentos los oídos y las pupilas ¿no os parece?
Foto: internet.