Farola, con el escudo de Portugal: esquina: calle Ancha con la Plaza de S. Antonio |
Desde finales de los 70 o principios de los 80, las farolas que iluminan la gaditana Calle Ancha lucen el escudo de la ciudad de Lisboa. No sé quién dispuso traerlas, pero ahí están como otra calle lisboeta más.
En el escudo hay un barco y dos cuervos, uno a proa y otro a popa. La nave transportaba el cuerpo de San Vicente.
Según la leyenda, el 16 de noviembre de 1137 llegaban a Portugal los restos de dicho santo, transportado en un velero que venía de Cabo Sacro.
En el mismo momento de salir la nave, dos cuervos se posaron sobre el palo mayor. No abandonaron su sitio en todo el camino. Cuando desembarcaron los restos, los cuervos volaron sobre la comotiva, que, conducida por don Munio, fue el noble que los recibió, se encaminó hasta un apartado lugar, donde los esperaba don Roberto.
Durante mucho tiempo los restos de S. Vicente estuvieron escondidos, y siempre los cuervos volaron alrededor del escondite. Cuando por fin fueron trasladados a la iglesia de San Cristóbal, los dos cuervos siguieron también al santo.
Hoy los fieles pueden contemplarlos, esculpidos, sobre la tumba de S. Vicente, como símbolo de fidelidad.