Foto: internet Sevilla, Torre del Oro vista desde Triana.
¿Cuántas fases tiene la niñez? ?Qué etapa? ¿Cuándo empieza y cuándo acaba?...Hoy me viene a la memoria el exilio junto a mis padres huyendo de ls postguerra, destino a Tánger.
1946, yo tenía 7 años, conocía el final de la guerra civil, la escasez, el hambre, las cartillas de racionamiento, la miseria que cubría España. De mis recuerdos en Sevilla me viene la imagen de Eva Perón, el colegio del Reloj de la Plaza de Carmen Benitez, nos llevó a la salida de La Puerta de Carmona con banderitas a recibirla. Era guapa, elegante, nos hicieron creer que ella traería la abundancia, el bienestar,...pero recuerdo que lo que sí me dejó a mí fue leche en polvo, algo es algo.
Tánger fue un paraíso soñado, decían en aquella época que allí se ataban los perros con longanizas. Mi primera impresión al pisar tierra africana, fue el olor, la ciudad estaba inundada por el olor a queso, a mantequilla, a café...
En la calle Correos, cerca de mi casa, había un Bakalito donde abundaban esos alimentos, ¡Y el pan francés! Aquellas barras largas, crujientes, inconfundibles.
Entré en el colegio de La Inmaculada, lo llevaban franciscanas, allí el amor, la dedicación de aquellas monjas que sabían de donde veniamos fue ejemplo de verdadera vocación y dedicación. Sor Eduvigis, la directora, a cuando terminé Primaria, creyendo en mí y en mi capacidad para estudiar habló con el entonces embajador D. José María de Longandio, y el gobierno español me concedió una beca. Entré en el Instituto Politécnico Español. Allí solo podías estudiar Bachiller o Comercio. Bachiller lo estudiaban los que podían después venir de la Península a estudiar una carrera superior, a mí me hubiera gustado otra, pero no tuve elección.
Mis años en Tánger quizás han sido los más significativos de mi vida, por el cambio de niña a mujer y por lo que allí tuve ocasión de aprender. Allí llegué con carencias, con falta de recursos, y en el 57 volvimos a España, la independencia de los moros precipitó el regreso de muchos españoles. Traía una formación que aquí posiblemente no hubiera tenido.
El destino tiene hadas y yo fuí tocada por su varita mágica y me dio la gran oportunidad de abrirme al mundo de la cultura, a un mundo donde la mujer aquí en España aún no tenía un sitio, al menos, en mi escala social, la única salida era casarse...
Años más tarde, volví de visita, y me dio la impresión de que lo que allí viví solo había sido un sueño, aquella ciudad antes cosmopolita, había perdido su encanto, hoy solo es una sombra de lo que fue, el guía árabe que nos acompañaba, al pedirle que quería ver el Zoco Chico, la iglesia de la Purísima, la calle Siaguins, me dijo, -"no la llevo porque va a usted a llorar-"...
No he vuelto a ir, pero todos los años los compañeros de promoción nos reunimos en alguna ciudad en las que unos y otros habitamos para recordar y mantener el sueño de los años bonitos de nuestrea vida...
Concha Mingorance.
Querida Concha: yo cuando empecé a tener cierto conocimiento y abrí el almacén de los recuerdos de mi infancia en nuestro país ya se había superado todo lo horrible que arroja una guerra como aquella, quiero decir, lo más penoso. El peor de los males que puede padecer una sociedad es una guerra fraticida...¡Nunca más!
Yo tengo la versión "oficial" que nos enseñaron a todos en la escuela. La de historiadores, años después pero, sobre todo, la que me enseñaron mis padres, allegados, periódicos extranjeros de la época, documentales, testimonios de personas que la padecieron, de uno y otro bando...fue entonces cuando descubrí mi pasión por la Historia, reflexionarla, al hacerlo me permitía ampliar conocimientos y comprender, que es la llave del entendimiento...
Tú tuviste la oportunidad de crecer en una especie de oasis por aquellos tiempos. Lo peor estaba aquí. Tuviste una ocasión muy valiosa y la supiste aprovechar y me alegro de ello por ti. Una beca de estudios. Los que andaban por aquí, si podían comer un trozo de pan duro ya les habían tocado la lotería por ese día. He tenido la gran suerte de encontrarme con personas que me han contado sus vivencias, que me han reportado unos réditos de información, por consiguiente, de conocimientos, los he analizados y he llegado a conclusiones que de otra manera no me habría sido posible, al menos tal como ahora las tengo. Siempre me apasionó procurar averiguar el porqué de las cosas...
La infancia es una etapa muy influyante en nuestras vidas, es cierto. La tuya para la época fue bastante buena.
Todo evoluciona, Concha. Ya los barrios por donde crecí ninguno son ni parecidos, apenas se conservan casas con aquellos patios donde se celebraban fiestas familiares como bautizos, bodas y las entrañables Cruces de Mayo. Cuando la convivencia entre los vecinos eran muy distintas a las que se hacen ahora, en un porcentaje elevado.
Quiero manifestar que la deferencia que has tenido para compartir en nuestro blog tus vivencias infantiles es un gesto muy bonito y te lo agradezco infinito. Espero que a nuestros seguidores les aporten temas para reflexionar y que no les parezcamos dos señoras "tostonazos".
Un besote.