Siempre con su permiso, hoy os ofrezco una joyita de mi amigo José Luis Tirado Fernández, con su bellísima prosa y poesía nos adentra en la bonita y trimilenaria Cádiz, cuna de la Libertad y ARTE, con mayúsculas. Tengo el honor y orgullo de compartirlo con todos vosotros, queridos seguidores. Disfruten...
Su blog: miflamencoymipoesia.blogspot.com
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GADIR
Vino una nube a mi limbo y
sostuve su mirada, aguda daga de oro que descose la mañana y empuja desde
poniente a las barquillas cercanas. A las faldas de su vuelo cedió el freno de
mi alma y se me ocurrió una letra, que de cielo y brisa hablaba, sales que en
una cuarteta escondidas siempre andan.
Viento que del sur llega,
cálido instante que pasa,
soplo que pronuncia el nombre
de la esperanza…
Pero las luces del alba no
prestan sueños manidos y el aire trajo una lluvia que me causó escalofrío, me
traicionó aquella brisa, fue disparo de cuchillos y se me volvió el paraguas por
los forros del olvido, quise dibujar las olas
sobre mi fiel cuadernillo, pedí favor a las musas y me salió un juguetillo:
Cuando luz te pedía,
mala persona,
me trajiste el faro
de Chipiona.
Así, la sesión de tarde aligeró
su embeleso porque una nota de paso quebró la toná del tiempo, imponiéndole su
acento para que sonara así; se despidió
presurosa, componiéndose, nerviosa, su tocado de organdí, pero de la prisa loca
se le desprendió una rosa que al momento recogí; una flor, que en otra estrofa,
quise dedicarte a ti.
Si esto es tuyo y esto es mío,
si es nuestro y es de los dos,
te digo, cariño mío,
que esto me parece amor.
Me fui con los resplandores de
la cúpula amarilla, cepa de estirpe cristiana con las raíces fenicias, brújula de
los bajeles que van buscando su orilla, manantial de nuestra historia, principio
de las sonrisas, reino del cante y la copla, solar de la cortesía, de la gracia
dicha a tiempo, del piropo a Mariquilla, bastión de la libertad, nación de la
simpatía.
Desde Aurelio a Pericón,
desde el Mellizo a La perla
lucieron el galardón
del empaque de esta tierra.
Tienen caminos los mares que no
los conoce nadie, sólo algunos marineros que salen al mar y saben donde paran
las sirenas llevados por sus cantares; y como son realidades los cantes de su
bahía, recordé el goce de un rato cuando cantaba alegrías brindando entre trago
y trago una voz que todavía mi memoria no ha olvidado, un juguetillo salado que
escuché en la barbería que está cercana al mercado; me parece que decía:
Una vez que te dije
cómprame ropa
me quitaste las ganas
de un tapabocas.
José Luis Tirado Fernández.