jueves, 22 de agosto de 2013

RECUPERANDO LA MEMORIA DE SEVILLA, VIII


 





COMERCIOS SEVILLANOS   
QUE HACEN HISTORIA.
Un gallego profético
que impuso el bolso en Sevilla...

Sus hijos hablan de él con auténtica veneración. Tuvo arrojos para marcharse de El Ferrol con catorce años y sin blanca a Barcelona, y los azares comerciales le trajeron a Sevilla que le enamoró para siempre. Fue un "rey de los bolsos" al que sus sucesores consideran "irrepetible"y supo adelantarse a los designios del mercado, cambiando los abanicos, recuerdos de Sevilla y paraguas, que vendia por el revolucionario y americano "plexiglás"  ( en abanicos y paraguas destacaba "Casa Rubio").

Del negocio de Sierpes, 73, fundado a principios del siglo XX, brotó un haz de otras tres tiendas, capitaneadas por los seis hijos de D. Ángel Casal, dedicado íntegramente a la labor. Su  pasado republicano le granjeó no pocas penalidades y la visita del presidente de la República en el exilio, Giral.

En 1901 El Ferrol es un pueblo de marineros y pescadores donde todo el mundo se conocía a fondo y en el que vino a nacer un destacado hombre, de gran visión comercial cuya memoria quedaría unida fuertemente al nombre de Sevilla. Ángel Casal y Casado, era hijo de marino, "porque allí sólo se podía ser eso". Ni la mar ni aquella Galicia para él entonces más lóbrega que bella le incitaron a quedarse,y cuando era adolescente tomó el hatillo y se plantó en Barcelona, otro mar y ambiente distinto, en el que llegó a escalar puestos hasta convertirse en jefe de ventas de una empresa de comercio extranjero, que trabajaba paraguas, abanicos y enseres análogos. En uno de sus viajes de trabajo pasó por Sevilla, ciudad que pronto lo captó y en la que decidió quedarse como encargado del prestigioso comercio: Casa Rubio. En la Casa de Galicia conoció a la hija                    de otro gallego, un inspector de Hacienda, con la que compartió su vida, formando una familia numerosa. Poco después, en 1930, abría la tienda que sería el origen de su "imperio".

Los recuerdos de Sevilla que, aunque éstos eran pintados a mano por artistas como Hoheleiter, Ruiz Vela o Martinez de León. Se reconcilió con el Régimen y escribió incluso al Rey para expresale su adesión.

En 1945 llega a Sevilla el "pexiglás" que induciría a Casal para hecer los bolsos, acharolados, nos llegaba de Estados Unidos, y este sahueso de los negocios, auxiliado ya de sus hijos, se autoproclamó "El rey de los Bolsos, y fue abriendo otras llamadas Palacio de los Bolsos, (Jovellanos), Alcázar de los Bolsos, (Sierpes), y Salón de la Piel y los Plásticos, (Rioja).


Sus hijos se haría cargo con el tiempo de los distintos negocios. La Reina Victoria Eugenia; las flolklóricas como Lola Flores, Juanita Reina,  o Carmen Sevilla; toreros como Antonio Ordóñez, Jaime Ostos o Fuentes Bejarano; tonadilleras como Conchita Piquer, Marifé de Triana, esposas de alcaldes variopintos como el marqués del Contadero, Juan Fernández o Manuel del Valle, estaban entre su selecta clientela.

Su filosofía arrancaba de una idea que inculcó a sus hijos: "La primera libertad que debe tener un hombre es la ética y la libertad económica". Su vinculación con su tierra natal no la perdió nunca, y hasta su muerte, acaecida en 1983, este hombre singular pasó los veranos en aquel pico de España. Sus hijos atribuyen el éxito a la mentalidad de un comerciante que disfrutaba negociando, olvidando a menudo las ganancias. Un ejemplo de autodidacta que les sacó de los años del hambre (en los que el hogar se apoyó en la madre), y les preparó el porvenir merced a su talante profético.


Un estilo publicitario inimitable:

Sevilla siempre supo acoger a los que destacaban, permitiendo el desarrollo de su ingenio, en fructífera alianza.

En el despacho trasero de  Palacio de los Bolsos se apilan una veintena de carpetas en las que duerme la memoria de una obra que hizo historia dentro del campo comercial sevillano. El papel amarillento de los recortes de prensa contienen numerosas publicidades que en su tiempo constituyeron verdaderos alardes de originalidad. La Sevilla cuya edad rebasa la treintena, llegó a familiarizarse con los anuncios de Casal, voces como: -reybajas o reycalcitrantes-se hicieron sinónimas del reclamo de "Casal, el rey de los Bolsos". Fue toda una institución en el comercio sevillano, con la perspectiva que dan los años.

La censura de la época tuvo la culpa de que muchas veces sus recuadros fueran devueltos. Pero muchos más quedaron para siempre entre las hojas que repasarán los investigadores de hemerotecas: (Aviso a mis admirados blogs: Esasevilla, Sevilla Desaparecida El pasado de sevilla,  Cultura de Sevilla, Fotos y postales antiguas de Sevilla, Sevillanadas etc)

ABC, El Correo, FE, Sevilla y varias revistas de Semana Santa y Feria recogieron una gran selección de ingeniosos textos, de valor histórico extraordinario.

Este es tal vez el más perdurable hallazgo de aquel gallego que cambió el viento del Cantábrico por el calor de unos brazos del sur: Sevilla.
                                                                                                                              



"Comercios sevillanos que hacen historia"
Ángel Pérez Guerra.
Ed, Castillejos.