jueves, 6 de enero de 2011

EL VALOR DE LA ESPERANZA






Esta virtud tan vinculada al ser humano es un estado de ánimo, un significativo estilo de vida, un compartir,..un sentido emocional, por lo general fructífero.

"Podríamos decir que todo cuanto se hace en el mundo es obra de la esperanza"-manifestó el humanista Martin Luther King. Así como el escritor inglés, Samuel Johnson dijo: "La esperanza es quizás la dicha que nos depara para este mundo".

Lo cierto es que ni la persona ni la sociedad pueden sobrevivir sin ella...mucho tiempo, porque la esperanza es el mecanismo que mantiene a la humanidad tenazmente activa, soñando, creando, ideando, proyectando, construyendo. En absoluto es opuesto al realismo, sino la antitesis del escepticismo y la desesperación. Los mejores y positivos elementos de la humanidad han conservado esta virtud en las peores adversidades; han vivido en las situaciones menos propias y han logrado edificar sobre los más precarios cimientos.
Tal es la actitud natural y sana de la persona, (lo he comprobado desde mis "taítantos" años de vida).

"Corazón alegre hace buen cuerpo"-nos dice el libro de proverbios. Esta verdad ha reafirmado su vigencia en nuestros días. Después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se comprobó que los prisioneros de guerra convencidos de que iban a sobrevivir, animados espiritual y mentalmente por la visión de la existencia que llevarían en el futuro, volvieron mucho menos afectados que aquellos que habían perdido la esperanza de regresar alguna vez a su tierra, (según se desprende de multiples declaraciones de gente corriente como personas destacadas).

En un documental, el prestigioso psiquiatra, Dumbar, contaba el caso de dos enfermos que padecían la misma dolencia cardiaca... Uno le dijo: "Ahora, todo depende de usted, doctor". El otro declaró: "Tengo que hacer algo para aliviarme y superarlo". El primero falleció; el segundo sanó.
Además, la esperanza que pongamos en nosotros influye en nuestra actitud, (está demostrado), hacia los demás.
Todos hemos conocido el tipo de persona a la que se refería el escritor inglés. Ortega y Gasset, al hablar de "la mortífera enfermedad del alma demasiado infeliz para ser benévola". El hombre que conserva la esperanza ve a los demás como podrían ser, y por lo tanto los ayuda.
¿Nos traiciona todos los días la esperanza? Para la mayoría de las personas, ¿no es una forma de engañarse a sí mismas? Bueno, la respuesta a esta pregunta es algo que siempre hemos sabido: la esperanza alimenta interiormente a pesar de todas las adversidades.

"La vida está en contra nuestra proporción de seis contra cinco". Siempre ha sido así. Toda forma de vida es una pugna entre la luz y la oscuridad, entre el gozo y la desesperación.
La esperanza, no creo que sea una falacia, sino la verdad misma. Entiendo que la persona concibe aspiraciones y, movido por la esperanza, funda instituciones que avanzan aunque, a veces, flaqueemos.
Sugiero acopio de esperanza, fuerza tan real y eficaz como el sol en primavera. Pero aunque no lo fuera en sí misma, su evidente magia surtiría efecto, ya que costituye un fin en sí misma: es, en suma, un acto de convencimiento, un estado de ánimo, un estilo de vida, un concepto para compartir.
Aunque triunfemos a medias, vale la pena cultivar la esperanza, porque ella nos permitirá paladear hasta la última gota de gozo en el mismo tiempo de vida que nos reste. Si nos toca en suerte la dicha, (hay que perseguirla), nuestras esperanzas habrán estado más que justificadas; si nos abate el infortunio, esta virtud nos habrá fortalecido para soportarlo.
No es cierto, fijándonos bien, que lo último que se pierde es la esperanza...lo último que se pierde es la vida...¿o no?





A todos los seguidores de mi blog, con la ESPERANZA de que tengan un buen Año Nuevo, con todo mi afecto.















(datos históricos recopilados).