"No hay sitio en la posada"
...El niño, excesivamente desarrollado para sus nueve años, era el candidato ideal para hacer el papel de posadero en la obra navideña que se iba a representar en el colegio.
Tenía nueve años y estaba en segundo de primaria, aunque para su edad debería cursar cuarto. Era un chiquillo torpón, muy desarrollado, lento de mente y movimiento. Sus compañeros de clase y maestros le apreciaban mucho por su bondad. Siempre dispuesto a ayudar a los demás y a proteger a los más pequeños, siendo buen cumplidor en sus deberes.
Quería ser uno de los pastores que tocaba la flauta en la representación de Navidad de aquel año, pero la maestra le confió un papel más importante. después de todo, pensó, El posadero tenía que hablar poco, y la corpulencia del muchacho daría más peso a su negativa a albergar a José y María. Cuando llegó el momento, el habitual público, numeroso y entusiasta, se congregó para presenciar el acotencimiento anual del pueblo. Todos acudían a ver a los pastores con sus cayados, a la Sagrada Familia, a los Reyes Magos de largas barbas y doradas coronas y al escuchar las voces chillonas de los "actores", ninguno de los cuales estaba tan emocionado por la magia de aquella noche como nuestro héroe.
LLegó por fin la escena en que José se aproxima, con paso lento, a la puerta de la posada llevando amorosamente a María de la mano. José llamó con energía a la recia puerta de madera tras la cual se hallaba el posadero.
-"¿Qué queréis?"-dijo éste tras abrir la cancela con brusco ademán.
-Buscamos alojamiento.
-Pues búscalo en otra parte-contestó el posadero con voz firme. mirando fijamente-.La posada está llena.
-Señor, en todas partes hemos pedido en vano que nos acojan. Nuestra caminata ha sido muy larga y penosa, estamos muy cansados.
-No hay sitio e la posada-contestó el hombre con gesto huraño.
-Tenga compasión de nosotros, posadero, mi esposa María, está a punto de dar a luz y necesita descansar. Seguro que hay un rincón libre donde pueda reposar, está agotada.
El posadero pareció ablandarse y miró detenidamente a María. Hubo un largo silencio, tan largo que el público empezó a impacientarse.
-¡No! ¡Marchaos!-murmuró el apuntador desde las bambalinas.
-¡No!-repitió el posadero automáticamente.¡Marchaos!
José asió tristemente a María por la cintura, y ésta apoyó la cabeza en el hombro de su esposo. Los dos comenzaron a alejarse, pero el posadero no volvió a entrar en la posada, Seguía con la mirada a los desconsolados viajeros. Tenía la boca entreabiertay, bajo el fruncido entrecejo, sus ojos se llenaron de lágrimas muy amargas.
Aquella representación navideña fue diferente a todas las demás.
-¡No te vayas José!- gritó- Trae a María- el rostro del posadero comenzó a iluminarse con una amplia y cálida sonrisa, y agregó:-Podéis quedaros en mi habitación.
Algunos de los presentes, pocos, pensaron que el joven actor había estropeado la función, pero la mayoría aplaudieron a rabiar y consideraron que aquella había sido la mejor y emotiva representación de la Navidad que habian visto en toda su vida.
Un cuento precioso que he tenido a bien compartir con vosotros, es recopilado.