martes, 15 de agosto de 2017

LEYENDAS SEVILLANAS


Ntra Sra de los Reyes.





Estando el rey S. Fernando en su campamento de Tablada, durante el cerco a Sevilla, poco antes de la conquistarla, se le ocurrió una noche quedarse en su tienda de campaña rezando. Mediada su oración se adormeció y tuvo la visión en la que se le apareció la Virgen, en figura de una imagen lindamente labrada.

-"Fernando, yo te prometo que habrás de conquistar Sevilla"-

Al despertar llamó el rey a su capellán, que era el obispo D. Remondo, y le contó lo sucedido. Pasado poco tiempo se cumplió la celestial promesa, S. Fernando pudo entrar victorioso en la ciudad.

Aposentado en el Real Alcázar, pasaba el rey frecuentemente tiempo, acordándose de aquella imagen que en sueños había visto y, para no olvidarla, quiso que artistas escultores la reprodujeran. Pero ninguno que había en su reino de Castilla fue capaz de conseguir una imagen que se le pareciera a la que él había soñado.

Cierto día llegaron al Alcázar tres jóvenes vestidos con el traje que solían llevar los peregrinos alemanes que hacían la ruta de Santiago de Compostela y que solían bajar al sur. Los tres jóvenes pidieron ver al rey. Les preguntó D. Fernando qué deseaban y ellos dijeron:

-"Señor, somos tres compañeros escultores que hacemos nuestro viaje de wanderschaft o viaje de perfeccionamiento de nuestro arte. Hemos recorrido la Alemania, la Francia, y ahora venimos a tu reino con el propósito de dar a conocer nuestro arte y aprender las reglas del vuestro"-.

Ofreciole el rey cuantas facilidades quisieran para su aprendizaje, y entonces replicaron agradecidos:

"-Señor, en pago a vuestra acogida generosa, os queríamos hacer algún regalo. Si nos permitís labrariamos para vuestra capilla alguna imagen de la Virgen.

Aceptó el rey el ofrecimiento y mandó a su mayordomo que les entregase cuantos materiales pidieran para su trabajo, pero ellos contestaron que no necesitaban nada, sino solamente un salón en donde les dejara trabajar sin ser vistos ni molestados por nadie.

Los encerraron, en una cámara del Alcázar y al cabo de unas horas, una criada curiosa miró por la cerradura y vio que los tres extrajeros no estaban trabajando, sino arrodillados cantando dulces plegarias, y acudió a decirlo al rey.

Quiso D. Fernando comprobar tan extraña conducta y se acercó a observar. Entonces reparó que encima de la mesa tenían ya hecha una primorosa imagen de la Virgen, que era exactamente la que el rey había visto en sueños.

Entró emocionado y al entrar quedó  cegado por el resplandor. La Virgen le sonreía y los tres jóvenes habían desaparecido. Comprendió S. Fernando que los tres jóvenes eran ángeles y le habían dejado allí la imagen de la Virgen, como un regalo del cielo. Confirmaron este pensamiento del rey los guardas y centinelas del Alcázar, pues no vieron salir a ninguna persona por las puertas de las murallas del Palacio Real, y por añadidura, escultores de Sevilla que examinaron la imagen, aseguraron que no era posible haberla labrado en tan breve tiempo, y cuyo material no era conocido.

Consultado el caso con el obispo D. Remondo lo declaró por verdadero milagro, y ordenó que se colocase la prodigiosa imagen en la capilla del Alcázar, con el nombre de Nuestra Señora de los Reyes. Pasado el tiempo y cuando murió el rey, dejó en su testamento que deseaba que su cuerpo estuviera sepultado a los pies de la dicha bendita imagen, por lo que la Virgen de los Reyes pasó a la catedral, poniéndosela en el altar de la Capilla Real donde el rey santo tiene su túmulo.

Nota:


El rey S. Fernando, la noche antes de entrar oficialmente en Sevilla tras la rendición del reyezuelo musulmán Axataf, durmió en una casa situada junto a la muralla, entonces se llamaba la calle Aldarve de Aben Manda, y que hoy se ha rotulado como calle Cano y Cueto. En dicha casa, a la altura del tercer piso hay un azulejo con el retrato de S. Fernando en recuerdo de su posada.

Foto:

Ana Fagúdez.

Es uno de los días más representativo religioso de nuestras más queridas tradiciones y que data desde tiempo de San Fernando.




Basado en:


Tradiciones y Leyendas Sevillanas.

José Mª de Mena
Ed: Plaza & Janés, 2008.