lunes, 12 de mayo de 2014

LOS CORRALES DE VECINOS, V





                                                                                       



...¡ No como esos propietarios que "olvidando" todo género de consideraciones, al amparo de la ley, por supuesto, plantan en la del Rey a los que no les abonan el alquiles en el primero del mes siguiente al adeudado!

La verdad sea dicha, el vecino de buena vida y costumbres, se esfuerza en ser buen cumplidor de esta obligación, acudiendo, si fuera necesario al obligado prestamista de todo corral, a la ditera que habitaba en la misma casa y sabe aprovecharse a las mil maravillas de las necesidades ajenas. la ditera, el Monte de Piedad y otras casas de empeños son los refugios del trabajador cuando está parado o en un gasto extraordinario.

La casa de préstamos tiene con qué pagarse si cumplido el plazo no le satisfacen el préstamos y los intereses: vende la prenda en pública subasta. La ditera sólo tiene a su favor la buena fe de aquel a quien da la dita.

La casera es la representación de la autoridad, de puertas para dentro. No sólo impone a todos los vecinos la ley y les recuerda su cumplimiento; también les exhorta, aconseja y amonesta, y pronunciando estas significativas palabras: "en mi casa no quiero escándalos", se cree autorizada para poner de vuelta y media a los alborotadores. Se mezcla en todas las conversaciones, porque para  ella nada debe de ser secreto, ni tan siquiera los asuntos íntimos de la familia. Con aires de mandona, como dicen las vecinas, lleva la voz cantantte en lavadero y en el patio, donde en las tardes de primavera y en las noches de verano se sientan las mujeres a tomar el fresco y a contarse sus cosillas, las muchachas, a pelar la pava y los críos a jugar...Muchas con su moña de jazmines en el pelo, y el búcaro al lado para beber el agua fresquita ¡Qué tiempos aquellos!                           
Moña de jazmines, de uso habitual durante muchos años.


Un tipo de conversación frecuente en los patios por aquellas calendas era algo como:

-" Señá Antonia: I'cho a usté que no ech`usté e  lagua susia ar patio" . La reprendida mira altaneramente a la casera y hace un gesto, como diciendo: -Bueno, y qué? La casera, que no se chupa el dedo, comprende la significación del gesto y con las de Caín, porque suele tener malas pulgas, añade:
-"Es que se lo tengo dicho `icho a usté ¡yo! ...¡yo!
La infractora se atufa y da rienda a la-sin-hueso, (lengua):
-"Güeno, pos sa me orvió. La cosa no é pá tanto"- y haciendo aspavientos-"¡yo!...¡yo!...¿y quien é usté? ¡yo!...¡yo!....También yo soy yo, ¿y qué? er demonio `é de mujé, que paese que se va a tragá a una!

La casera echa un basilisco, replica:
-"¿Qué quién soy yo?  Qué grasia...Yo soy la casera, ¿
lo oye usté? ¡la casera Y mando en el corral...


Era un concepto de vida, un comportamiento y unas leyes muy asumidas por la mayoría de la gente.

Todo esto les puede ser muy novedoso y llamará la atención a los más jóvenes, auque puede que de oídas le "suene" algo, pero es curioso como era lo cotidiano en aquellos corrales que vivieron nuestros mayores...


Continuará.


Basado en: 

"Los Corrales de Vecinos"

D. Luis Montoto.