domingo, 22 de septiembre de 2013

RECUPERANDO LA MEMORIA DE SEVILLA, IX



El comercio de principios del siglo XX, tenía en Sevilla unas características muy curiosas. Como no había prisa, la gente iba a comprar y a pasar la tarde. En las tiendas de tejidos, había sillas para sentarse ante el mostrador, y los dependientes iban sacando las piezas de tela para que  clientas o clientes eligieran a su gusto.

Entre los comercios más acreditados y lujosos algunos con suelo de marmol y con escaleras alfombradas, otros instalados en antiguas casonas señoriales con patio de columnas, "La Ciudad de Sevilla", y "Peyré" en calle Francos. "La Nueva Ciudad", entre Chapineros y Francos, también estaba "Casa Velasco", especializada en tiras bordadas y diversos artículos de labores primorosas. Uno muy destacado era los "Almacenes del Duque" y "Casa Santos", en Velázquez, que fueron quizás los primeros que se anunciaron en la radio con un programa animado, en vez de con un simple anuncio por palabras.

También fueron famosos los almacenes  "Los Bilbaínos", en la esquina de Rioja con Tetuán donde después se establecería el elegante, "Gran Café Brizt", una verdadera joya arquitectónica, lamentablemente desaparecido, para dolor de los sevillanos.

Había dos grandes colosos que competían en ventas de ropa hecha: los "Almacenes el Águila", quizás el primero en instalar ascensor, y Pedro Roldán, en la Plaza del Pan. El tercero en discordia era "Fermín Alfaro", los tres se disputaban la clientela en todos los terrenos: uniformes militares, de músicos, ordenanzas de ministerios, servicio de casa y lacayos de casas nobles, trajes camperos y de novias. Los precios no eran caros, calidad-precio.

Las personas medianamente pudientes no compraban las camisas hechas, sino que se las hacían a medida, en "Manuel Gallardo", en la calle Alcaicería, o en la camisería Lorite, en Plaza del Duque. 

Era frecuente ir por la calle cubierto por aquellos tiempos, había establecimientos de este ramo muy florescientes: "Padilla", en La Campana, Maquedano en Sierpes. En cuanto a gorrerías, especializadas, para taxistas, militares, estaba "Espinosa", en S. Isidoro...

¿Y la librerías? Las más conocidas eran "Sanz", en Sierpes, y que era ya muy veterana, había sido fundada en 1878, "Pascual Lázaro", en calle Francos, que después puso una sucursal en Sierpes. Allá por los años treinta existía la librería "Eulogio de las Heras", en Sierpes.

Un recorrido por las calles sevillanas nos enseñaría como estaba distribuido el comercio entre las calles: Sierpes, Tetuán, Gallegos, Francos, Cuna, Puente y Pellón, como principales arterias, en segundo lugar, la Plaza del Duque.

Eran destacados comercios los bazares y tiendas de regalos entre los más significativos estaban: Bazar "La Unión", en Tetuán 42, en este establecimiento se vendían bisutería fina, perfumería, juguetería, arañas y candelabros..."Bazar Sevillano", Tetuán 8, y Lombardos 1. Se anunciaba como la primera casa en objeto de regalo y novedades traídas de París,  Londres y Viena. "Bazar España", enorme y diverso. "Bazar Americano", en Sierpes 23. vendía camas de bronce y de hierro y muebles de lujo.

D. Ricardo Lázaro.
En cuanto a ferreterías, como las más importantes estaban "La Llave", en la calle Cuna 51 y "Ferretería Lázaro", en San Jacinto, 8, en Triana. (Su dueño, Ricardo Lázaro, y su esposa, Manuela, fueron padrinos de bautismo de mi hermano Eusebio y mío, unas personas extraordinarias).                           

Ah, las tiendas de comestibles de la época, eran en parte propiedad de santaderinos y leoneses, que venían a Sevilla, se colocaban como dependientes y mozo de reparto , pasaban muchos años ahorrando el jornal entero (comían en la casa del patrón, y dormían en la misma tienda, bajo el mostrador, así no gastaban nada en hospedaje y acababan por establecerse poniendo tienda propia, asesorado y apoyado por su patrón. Los sevillanos y andaluces, en general, les conocíamos por "montañeses".

Casa Marciano.
De los establecimientos de los "montañeses" que más fama alcanzaron, puede citarse "Las Siete Puertas" (comestibles y bar), en La Europa, "Casa Abilio" (comestibles y bar), en Hernán Cortés, "La Alhambra" (comestibles y bar), en calle Feria "El Rinconcillo", en Gerona, el establecimiento más antiguo en Sevilla de su género, data del último cuarto del siglo XVI. "Casa Inocencio", en Relator...               

El que dejó profunda huella fue el famosísimo "Casa Marciano", el primero en hacer las Cestas de Navidad, sus productos, de lo bueno lo mejor.

"El  Reloj", en la calle Arfe, propiedad de Fernando Ortiz. "La Flor de la Sierra", en Velázquez, "La Gloria, en Puente y Pellón, "El Grano de Anís", en Martín Villa, y por supuesto, "La Flor de Toranzo", (nombre del Valle de Toranzo, Santander, muy popular, en Jimios, su propietario, Venancio Gómez, apodado "Trifón".

Las freidurías más conocidas eran la "Pescadería Malagueña" en Velázquez y la de la calle Lumbreras, especializada en Pavías de Bacalao.  En el rigor del verano el lugar más concurrido de Sevilla era la Alameda de Hércules, donde había numerosos bares con terraza al aire libre, entre ellos el popular, "Puesto de Cristales" el de "Vigil", eran muchos. Los sevillanos acudían allí por las noches a cenar su "pescaíto", acompañado de vino tinto con gaseosa, (aún no se había inventado el "Tinto de Verano"), o cerveza, y naturalmente, había que comprar el pescado en la calle Lumbreras, o en la de La Europa, lo más frecuente era comprar pavías, rodajas de pescada, cazón en adobo, calamares y pedacitos. Se compraba también unos "ochos", "picos" de pan sin migas, crujientes y apetitosos que tenían tres círculos, (los niños, en cuanto nos comíamos el primero, nos divertíamos poniéndolos como "gafas"), también fue popular la regañá, torta de pan fina y dura de origen judío, cuando se tenía "posibles", además un manojito de rábanillos fresquitos.

Foto: Javier Osuma García, (cedida).
En la Alameda, los bares tenían atracciones para distraer al público: Unos montaban un telón de cine, y proyectaban películas cómicas de Tomasín, o la aventuras de "La tribu de los Pies Negros", de luchas entre indios y vaqueros, aún no se había inventado el cine sonoro. Otros bares contrataban a la popularísimas "Murgas Sevillanas", (su historia y evolución está incluída en éste blog, "Hª  y Curiosidades de Sevilla", "Temas Sevillanos").                                                     

Explicado todo lo que antecede, puede ya comprenderse unas sevillanas del inolvidable trovador de Sevilla, "El Pali":

En la puerta de Correos
tú me has citao
pá ir a las Lumbreras
por bacalao.

Y tú te empeñas
en ir a ver la Murga
der Regaera...

Queda por aclarar que el citarse en la puerta de Correos para ir a Las Lumbreras no resultaba descabellado, ya que Correos estaba entonces en la calle Amor de Dios, frente al Teatro Cervantes. También en Triana eran frecuentes y la Plaza del Altozano y calle Betis era costumbre muy arraigada.

Eran  famosas las perfumerías. Destacamos "La Perfumería Andaluza", en  Cerrajería, y "La Casa de las Esencias", en la Plaza del Salvador.

En confiterías había tres muy célebres, la primera era "La Campana", fundada en 1885, esquina a Sierpes, con gusto exquisito que se ha mantenido  través de los siglos. "La Española", en Tetuán. "Ochoa", en calle Sierpes, con saloncito de té al que iban a merendar las señoras.

La publicidad se fue introducindo, y en los escaparates, en donde se exponían los artículos a vender, se añadían objetos que llaman la atención, a veces, obras de arte, en las tiendas de tejidos, muñecos con movimientos, en los comestibles, una vaca que movía la cabeza haciendo sonar el cencerro, o un negrito que bailaba entre los chocolates.

Una costumbre  muy arraigada era que en los escaparates hacían verdaderos alardes de buen gusto en las fiestas solemnes como el Corpus Chisti, la Inmaculada, Navidad y Semana Santa, pero destacaba sobre todas la del el Corpus, en las mejores tiendas sevillanas, rivalizando en el adorno y exhornándolos con objetos alusivos a la festividad. Así "Peyré" ponía un verdadero y primoroso altar, con ricos paños blancos y ángeles arrodillados entre flores preciosas. En otra ocasión puso maniquíes vestidos con el trajecito de los "seises", entre romeros y objetos religiosos de plata.  En los años 40, "Izquierdo Benito", una de las más prestigiosas pañerías, ponía unos bellísimos y primorosos trabajos de papel recortados a tijera, algunos de los cuáles merecerían ser recogido en un museo de Artes Decorativas. Entonces, la publicidad era considerada casi un arte en muchos casos, nada que ver con la actualidad, salvo pocas.

Muchos que cumplieron los 55, recordarán sin duda la publicidad en la radio en canciocillas ritmicas,  simpáticas y curiosas, como la del negrito del "Cola-Cao", el "Orión", hojas de afeitar "Palmera", flan "El Mandarín", y los célebres paraguas de "Casa Rubio", entre otros...

Recordemos la publicidad de "Granjas las Beatas", que decía:


En mi rancho de Jalisco tengo un gallo
que es cruzado de lorito y de gallina
y es un gallo tan curioso y tan graccioso
que una colección de sabios lo examina
pues por su padre es hablador
y por su madre es ponedor
por las mañanas hace kikirikí
y luego pone un huevo, pero hasta allí,
y por las tardes se lía a hablar
y les cuenta a las gallina unos cuentos tan graciosos
que se parten la pechuga de la risa que les da;
y hacen todas las gallinas al reirse:

Cacuá, cuá, cuá cuá... 

Exitían a medido del siglo XX, unos programs radiofónicos divertidos y entretenidos, que los inició D. Rafael Santisteban, excelente locutor, muy ficionado a la zarzuela y teatro, que hizo muy populares los espacios de "Almacenes Santos", "Galerías S. Sebastián" y "Almacenes Puente y Pellón" y "Anís del Claver" y el célebre "Conozca usted a sus Vecinos", del que salieron primeras figuras de la copla. Junto a él , el también locutor Agustín Embuena, realizó diversos programas de radio a partir de 1950, basando su efecto principal en el chiste y la chispa, , y en la diversión infantil para lo cual creó el personaje célebre de El Mago Tranlarán...


Basado en :
"La Sevilla que se nos fue"

José Mª de Mena.
Ed, Castillejo, 4ª Ed.  


Continuará...