viernes, 25 de junio de 2010

INTÉRPRETES PODEMOS SER TODOS





Después del reciente fallecimiento de mi único hermano, me estoy volviendo más reflexiva, dejo fuera los asuntos que no merecen realmente la pena, también me siento muy vulnerable y desmoronada. Estos días los sobrellevo gracias a la familia, destacando sobre todo a mi querido marido, con su comprensión y cariño, verdadero refugio donde acudo siempre que lo he necesitado, es muy especial y magnifico. Siempre lo fue, no cambia porque en él eso es innato.

La esperanza, es como un riesgo que debemos afrontar. Podríamos decir que es el más arriesgado de los riesgos. La esperanza no es satisfacción
propia, sino el más grande y difícil logro del ser humano. Es la vida misma gritando de lo más profundo del alma.

Todos somos intérpretes. Mientras escribo, en éste preciso momento, ¡cuántas cosas suceden! Un prestigioso compositor está creando una melodía que fascinará a la multitud, y en una casa de las afueras de la ciudad, un profesor de música intenta que su alumno entienda las escalas. Una ama de casa, apaña con bajo presupuesto el día de mantenimiento familiar. Una escritora famosa trabaja en una obra de la que se venderán un millón, por lo menos, de ejemplares; en su oficina, un contable hace sus cuentas y las revisa; un cartero, reparte la correspondencia; la maestra, con infinita paciencia y afecto, trata de que los chavales aprovechen el curso; algunos escolares cumplen bien con sus tareas. Unos científicos, están intentándo dar con la solución para el cáncer; y yo escribo esto.

Es la gran música del mundo, música constituída por millones de notas. La tocan personas cuyo trabajo es conocido, y otras cuyo quehacer pasa inadvertido. Todos formamos parte del concierto. la pequeña flauta no hace tanto ruido como el timbal, pero sin ella, el concierto no estaría completo. La canción debe cantarse, y lo que importa no es cantar más o menos fuerte, sino lo mejor que se pueda.